Los siguientes fragmentos de dramas se pueden utilizar para practicar y como preparación para la Jornada. Son textos solamente de referencia y NO son los que utilizarán el día de la competencia.
El delantal blanco (1956)- fragmento 1
Escrito por
Sergio Vodanovic
La playa. Al fondo, una carpa. Frente
a ella, sentadas a su sombra, LA SEÑORA y LA EMPLEADA. LA SEÑORA está en
traje de baño y, sobre él, usa un blusón de toalla blanca que le cubre hasta
las caderas. Su tez está tostada por un largo veraneo. LA EMPLEADA viste su
uniforme blanco.
LA SEÑORA: (Gritando hacia su
pequeño hijo, a quien no ve y que se supone está a la orilla del mar,
justamente, al borde del escenario.) ¡Alvarito! ¡Alvarito! ¡No le tire
arena a la niñita! ¡Métase al agua! Está rica ... ¡Alvarito, no! ¡No le
deshaga el castillo a la niñita! Juegue con ella ... Sí, mi hijito ...
juegue. (…)
LA SEÑORA: Si te traje a la playa
es para que vigilaras a Alvarito y no para que te pusieras a leer.
LA EMPLEADA deja la revista y se
incorpora para ir donde está Alvarito.
LA SEÑORA: ¡No! Lo puedes vigilar
desde aquí. Quédate a mi lado, pero observa al niño. ¿Sabes? Me gusta venir
contigo a la playa.
LA EMPLEADA: ¿Por qué?
LA SEÑORA: Bueno... no sé... Será
por lo mismo que me gusta venir en el auto, aunque la casa esté a dos
cuadras. Me gusta que vean el auto. Todos los días, hay alguien que se para
al lado de él y lo mira y comenta. No cualquiera tiene un auto como el de nosotros...
Claro, tú no te das cuenta de la diferencia. Estás demasiado acostumbrada a
lo bueno...
LA EMPLEADA se desabrocha el
primer botón de su delantal y hace un gesto en el que muestra estar
acalorada.
LA SEÑORA: ¿Tienes calor?
LA EMPLEADA: El sol está picando
fuerte.
LA SEÑORA: ¿No tienes traje de
baño?
LA EMPLEADA: No.
LA SEÑORA: ¿No te has puesto nunca
traje de baño?
LA EMPLEADA: ¡Ah, sí!
LA SEÑORA: ¿Cuándo?
LA EMPLEADA: Antes de emplearme. A
veces, los domingos, hacíamos excursiones a la playa en el camión del tío de
una amiga. (…)
LA SEÑORA: Mira. Se me ha ocurrido
algo. Préstame tu delantal.
LA EMPLEADA: ¿Cómo?
LA SEÑORA: Préstame tu delantal.
LA EMPLEADA: Pero... ¿Para qué?
LA SEÑORA: Quiero ver cómo se ve
el mundo, qué apariencia tiene la playa cuando se la ve encerrada en un
delantal de empleada.
LA EMPLEADA: Pero es que... No
tengo un vestido debajo.
LA SEÑORA: (Tirándole el
blusón.) Toma... Ponte esto.
LA EMPLEADA: Voy a quedar en
calzones ...
LA SEÑORA: Es lo suficientemente
largo como para cubrirte. Y en todo caso vas a mostrar menos que lo que
mostrabas con los trajes de baño que arrendabas…
Después de un instante sale LA
EMPLEADA vestida con el blusón de toalla. Sale LA SEÑORA abotonándose aún su
delantal blanco. Se va a sentar delante de LA EMPLEADA, pero vuelve un poco
más atrás.
LA SEÑORA: No. Adelante no. Una
empleada en la playa se sienta siempre un poco más atrás que su patrona. (Se
sienta sobre sus pantorrillas y mira, divertida, en todas direcciones.) (…)
LA SEÑORA: ¿Por qué te miras las
uñas?
LA EMPLEADA: Tengo que
arreglármelas.
LA SEÑORA: Nunca te había visto
antes mirarte las uñas.
LA EMPLEADA: No se me había
ocurrido.
LA SEÑORA: Este delantal acalora.
LA EMPLEADA: Son los mejores y los
más durables.
LA SEÑORA: Lo sé. Yo los compré.
LA EMPLEADA: Le queda bien.
LA SEÑORA: (Divertida.) Y
tú no te ves nada de mal con esa tenida.. (Se ríe.) Cualquiera se
equivocaría. Más de un jovencito te podría hacer la corte ... ¡Sería como
para contarlo!
LA EMPLEADA: Alvarito se está
metiendo muy adentro. Vaya a vigilarlo.
LA SEÑORA: (Se levanta
inmediatamente y se adelanta.) ¡Alvarito! ¡Alvarito! No se vaya tan
adentro... Puede venir una ola. (Recapacita de pronto y se vuelve
desconcertada hacia LA EMPLEADA.) ¿Por qué no fuiste?
LA EMPLEADA: ¿Adónde?
LA SEÑORA: ¿Por qué me dijiste que
yo fuera a vigilar a Alvarito?
LA EMPLEADA: (Con naturalidad.)
Ud. lleva el delantal blanco.
LA SEÑORA: Te gusta el juego, ¿ah?
|
---
El delantal blanco de Sergio Vodanovic (fragmento 2)
---
“Nuestra
señora de las nubes” (fragmento)
de
Arístides Vargas
ESCENA I
Primer encuentro entre Bruna y Oscar.
BRUNA: Me parece haber visto su cara en
otro lado.
OSCAR: Imposible, mi cara siempre anda
conmigo.
BRUNA: ¿Qué hace?
OSCAR: (Pausa) Miro los pájaros.
BRUNA: Empajaritado.
OSCAR: ¿Cómo?
BRUNA: Nada, que en mi país los pájaros
enloquecen a las seis de la mañana como si un maestro de canto neurótico por el
silencio les tirara de las colas.
OSCAR: En el mío, sin embargo los maridos
golpean a sus esposas.
BRUNA: (Pausa) En el mío también y cada
cuarenta puñetazos tienen una gentileza: llevan a sus esposas al cine a ver
películas mudas en blanco y negro.
Pausa larga.
OSCAR: Perdón ¿De qué país es usted?
BRUNA: De Nuestra Señora de las Nubes.
OSCAR: ¡Ah! Yo también soy de ahí.
BRUNA: ¿De Nuestra Señora de las Nubes?
OSCAR: Sí.
BRUNA: ¿Y cómo nunca le vi?
OSCAR: Es que yo nunca salgo de noche.
BRUNA: (Pausa) Pero no tiene acento.
OSCAR: El acento es algo que se pierde
con facilidad.
BRUNA: Como la virginidad.
OSCAR: Perdón ¿Usted perdió la
virginidad?
BRUNA: No, yo la extravié.
OSCAR: ¿Y no puso un anuncio en el
periódico?
BRUNA: No fue necesario, la encontró un
profesor de Literatura.
OSCAR: ¡No me diga!
BRUNA: Sí, se llamaba... ¿Cómo se llamaba
este profesor? vivía a un costado de la plaza... bueno, fue hace muchos años en
el colegio; a este profesor le gustaba representar los personajes de la
Literatura Universal.
OSCAR: Un clásico.
BRUNA: Un clásico del toqueteo.
OSCAR: ¿Un clásico táctil?
BRUNA: Un degenerado que aplicaba el sistema
Braille para conocer la anatomía de sus alumnas.
OSCAR: ¿Y qué pasó?
BRUNA: Un día leímos el Lazarillo de Tormes:
entonces decidió jugar a que él era el ciego y nosotras de lazarillo, nos tocó
tanto que corrí al baño, miré mis piernas y me di cuenta que estaba orinando rosas.
OSCAR: (Pausa) En mi país hubo un tipo
que orinó un arco iris.
BRUNA: Perdón ¿de qué país es usted?
OSCAR: De Nuestra Señora de Las Nubes.
BRUNA: No se preocupe, hay cosas peores.
OSCAR: Sí, ser de Nuestra Señora de las
Nubes, por ejemplo.
BRUNA: ¡No le permito que se meta con mi
país!
OSCAR: Perdón, creí que era de aquel
país, como yo.
BRUNA: ¡No, soy de Nuestra Señora de las
Nubes y a mucha honra!
OSCAR: ¡No me grite que soy capaz de
cualquier cosa!
BRUNA: ¿Sabe qué?
OSCAR: No.
BRUNA: Estoy harta de quedarme en
silencio.
OSCAR: Yo también.
BRUNA: Pobres de nosotros que no
levantamos la voz porque somos extranjeros.
OSCAR: (Pausa) Tampoco hay que andar por
el mundo a los gritos.
BRUNA: Pero tampoco hay que sumirse en el
silencio de los tontos.
OSCAR: Yo no me quedo callado, aun cuando
las leyes de un país prohíben a los extranjeros opiniones políticas, aunque
meta la pata al decir la verdad cuando lo que tengo que hacer es callarme o
mentir, yo no hago silencio.
BRUNA: Hace usted muy bien, porque el silencio
es la casa de los que no tienen casa y nada que contar porque no cuentan para
nada.
OSCAR: (Pausa) A propósito ¿tiene usted
casa?
BRUNA: No.
OSCAR: Yo tampoco.
BRUNA: ¿Y dónde duerme?
OSCAR: En el aire.
BRUNA: Como la flor.
OSCAR: ¿Qué flor?
BRUNA: La flor del aire.
OSCAR: ¿La flor del aire...?
BRUNA: La flor del aire vive en el aire y
no del aire, que de eso todos vivimos. La flor del aire vive en las ramas de
los árboles secos. En los cables de la luz, de los postes... siempre arrimada a
otros, como diciéndoles, déjenme estar aquí un rato, un ratito... una flor
lisiada.
OSCAR: (Pausa) Una vez un tipo... ¿cómo
se llamaba? Vivía en un pueblo perdido por el Amazonas, bueno, el asunto fue
que se hizo una herida en el brazo derecho, se le gangrenó, en ese pueblo no
había
nada, no había médico, no había hospital;
decidió auto-intervenirse quirúrgicamente. Tomó un hacha y comenzó el dilema
¿cómo cercenarse el brazo derecho con el brazo derecho? Conclusión: necesitamos
de otro para mutilarnos, necesitamos de otro para sostenernos...
BRUNA: Para herirnos...
OSCAR: Para lastimarnos...
BRUNA: Para sostenernos... yo siento que
mi país me hirió.
OSCAR: Un país espadachín... ¿Perdón,
pero de que país es usted?
BRUNA: De Nuestra Señora de las Nubes.
OSCAR: Pero no tiene acento.
BRUNA: El acento es un palito y se lo pierde
con facilidad, y más cuando se vive en un lugar que hace tanto frío.
Hacen silencio como si no supieran de qué
hablar.
OSCAR: ¿Y por qué la expulsaron de su
país?
BRUNA: Porque un día dije que las señoras
de mi pueblo no tienen tetas sino tazas
de porcelana china donde los caballeros con levita beben capuchinos sin leche,
y que no tienen sexo sino abanicos con dientes de cocodrilo.
OSCAR: ¿Usted dijo eso?
BRUNA: Sí. y que los militares de mí
pueblo son tantos que para las fechas patrias se paran en la calle y la calle
parece que no se hubiese afeitado en tres días.
OSCAR: (Riéndose) ¿Usted dijo eso?
BRUNA: Sí, También dije que en mi pueblo
los corruptos denuncian a los corruptos y está bien porque ellos sí saben de lo
que están hablando.
OSCAR: Con razón la echaron, usted hizo
encolerizar a las fuerzas vivas.
BRUNA: Ellos nos agredieron primero.
OSCAR: ¿Cómo así?
BRUNA: Confundieron el país con un avión.
OSCAR: ¿No me diga?
BRUNA: Primero dijeron que había que ajustarse
los cinturones, nosotros lo hicimos; después dijeron que eran épocas
turbulentas, nosotros les creímos; luego dijeron que en caso de asfixia
económica, una mascarilla caería automáticamente. Ninguna de estas cosas sirvió
para nada, el país se vino a pique y nunca encontramos la caja negra.
OSCAR: No se salvó nadie.
BRUNA: Nadie.
OSCAR: Es que no se ajustaron bien los
cinturones.
BRUNA: Sí, nos los ajustamos tanto, que
nuestros rostros quedaron a escasos centímetros del suelo.
OSCAR: Pero no hay que desalentarse, en mi
pueblo también se vive en esa posición.
BRUNA: Es sorprendente con qué facilidad
pierde respeto el cuerpo social.
OSCAR: A propósito ¿El cuerpo social se
desnuda?
BRUNA: No lo creo, en esa posición es
peligroso.
OSCAR: Así es.
BRUNA: ¿A usted por qué lo expulsaron de
su país?
OSCAR: A mí no me expulsaron.
BRUNA: ¿Ah, no?
OSCAR: No, a mí me mataron.
BRUNA: ¿La policía?
OSCAR: No, los vecinos.
BRUNA: ¿Con un cuchillo?
OSCAR: No, con el silencio. Verá, mis
vecinos... gente comedida: me hacía falta aceite, ellos me lo prestaban. Ellos
no sabían que eran asesinos, por eso se comportaban como vecinos, lo supieron
el día que me llevaron preso porque no dijeron nada; trataron de olvidar lo que
habían visto y yo caí fulminado por el olvido, la
desidia y el miedo, en el mismo instante
en que ellos cerraban sus ventanas.
BRUNA: En mi país a un amigo le pasó lo
mismo.
OSCAR: ¿Perdón, de qué país es usted?
BRUNA: Del país lluvioso.
OSCAR: La siento nostálgica.
BRUNA: Los exiliados somos gente triste,
propensos a imaginar cosas que nunca pasan. Nos castigaron con tanta
perversidad que nos hicieron olvidar que los que nos castigaron pertenecen al
mismo país que nosotros, y aun así creemos que es el mejor país del mundo. ¿Qué ironía, no? Extrañar un lugar tan
perverso y creer que es el mejor del mundo.
OSCAR: (Pausa) Yo a la que extraño es a mi
mamá. ¿Pero qué tiene que ver mi mamá con esos asesinos? Nada, comparten el
mismo espacio pero no el mismo país.
BRUNA: En mi país las madres mueren
jóvenes en el almuerzo y se suicidan solas en la cena, y mueren otro poco a la
mañana, y si alguien les pregunta por sus hijos nada contestan por miedo a morirse
de pena...
Vuelven hacer silencio como si no supiera
de qué hablar.
OSCAR: Perdón, ¿de qué país es usted?
BRUNA: De Nuestra Señora de las Nubes.
OSCAR: Yo también soy de allí pero nunca
le vi.
BRUNA: Es que yo pasaba mucho sobre los
árboles.
OSCAR: ¡Ah! ¡Era jardinera!
BRUNA: No, era pájaro.
OSCAR: (Pausa) Los pájaros son animales
sin memoria
BRUNA: Con alas para planear sobre el
olvido.
OSCAR: Oiga, ¿Pero cuántos años hace que
salió de su pueblo?
BRUNA: Veinte años.
OSCAR: ¿Veinte años?
BRUNA: Sí, veinte años…
OSCAR: Yo también, veinte años.
BRUNA: Son muchos…
OSCAR: Bueno, si uno dice:
¡Veinteeeee…añoooosssss!
BRUNA: Diga como lo diga, yo hace veinte
años tenia todo en su sitio,
ahora lo tengo todo chorreado…
OSCAR: Pero no se ponga trágica... Oiga,
el pueblo ya no será el mismo.
BRUNA: Por supuesto, por eso lo
inventamos cada vez que lo recordamos.
No comments:
Post a Comment